Las campañas políticas, tradicionalmente orientadas hacia medios convencionales, están siendo lentamente reemplazadas por medios digitales. Este cambio trae consigo la necesidad de replantear la naturaleza de los mensajes políticos. En lugar de anuncios cargados de negatividad y promoción de intereses puramente comerciales, se busca una nueva estrategia de marketing que se centre en generar experiencias positivas y conexiones emocionales entre la marca y el público.