Fake News y la Desinformación: Reto Contemporáneo de la Información

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El fenómeno de las “fake news” ha permeado la esfera mediática contemporánea, llevando consigo una carga de desinformación que ha suscitado preocupaciones a nivel mundial. Este término, no novedoso pero sí revitalizado, se refiere a noticias intencionalmente falsas, verificablemente inexactas, con el potencial de inducir a malentendidos en los lectores.

En la era digital, las fake news encuentran su terreno fértil en las redes sociales, donde la viralidad y la rapidez de difusión son su mayor aliado. Allcott y Gentzkow (2017) las definen como “artículos intencionales y verificablemente falsos”, capaces de distorsionar percepciones y sembrar confusión en la audiencia.

La motivación detrás de estas falsas narrativas se divide en dos vertientes principales: la financiera y la ideológica. Algunas historias ficticias buscan la viralidad para aumentar ingresos publicitarios, mientras que otras, impulsadas por motivaciones ideológicas, buscan desacreditar a ciertos actores, organizaciones o movimientos.

Es crucial diferenciar entre “misinformation” y “disinformation”. La primera se refiere a información errónea, que puede ser involuntaria y constituye un subconjunto dentro del espectro de noticias falsas. En cambio, la disinformation es información deliberadamente falsa, creada con la intención de manipular a la audiencia y desacreditar a determinados actores o entidades.

Las elecciones presidenciales de 2016 en los Estados Unidos marcaron un hito en la percepción y preocupación global sobre las fake news. El ejercicio democrático se vio saturado por una avalancha de información errónea, generando un debate internacional sobre la necesidad de establecer protocolos y parámetros para combatir este fenómeno, especialmente en el ámbito de las redes sociales.

Ante este panorama, tanto Estados Unidos como el Reino Unido han publicado manuales que proporcionan pautas para identificar y sancionar a los medios que difundan fake news a través de plataformas digitales. Estas medidas, aunque buscan controlar la desinformación, también han suscitado debates sobre la libertad de expresión y la responsabilidad de los medios de comunicación.

El desafío actual radica en encontrar un equilibrio entre la libertad de expresión y la lucha contra la desinformación, estableciendo prácticas y normativas que preserven la integridad de la información en la era digital.

El Desafío de las Fake News en el Ecosistema Digital

En la última década, el concepto de fake news ha evolucionado y se ha abordado desde diversas perspectivas, como la sátira, la parodia, la manipulación, la publicidad y la propaganda. Estas manifestaciones comparten la apropiación de información y la capacidad de generar una percepción real en torno a ella. Su alcance abarca distintos medios, desde redes sociales hasta apariencia de sitios web, narrativa textual y visual, lo que facilita su propagación, especialmente en plataformas como Facebook, Twitter y YouTube.

Lo que distingue a las fake news es su capacidad para asumir una apariencia creíble, dificultando su identificación, especialmente en redes sociales donde la legitimidad de la fuente juega un papel crucial. Medios como la prensa digital, Facebook, Twitter y YouTube han sido destacados por la difusión de estas noticias falsas, aprovechando su acceso masivo y la interacción de los usuarios que las comparten y comentan.

Estudios actuales sobre la información en internet revelan que aproximadamente el 49% de ella es negativa, con un 70% de la audiencia creyendo en esta información sin verificar su veracidad. Este fenómeno se ha fortalecido en lo que los expertos llaman el “ecosistema de información”, un terreno fértil para la propagación de noticias erróneas o falsas en la última década.

El trabajo de Newman y Fletcher (2020) examina la credibilidad de los medios en diversos canales de difusión. La falta de confianza, reportada por el 67% de las personas encuestadas, se atribuye a la percepción de que los medios están siendo utilizados para impulsar intereses políticos o económicos en lugar de representar fielmente a la audiencia. Esta desconfianza se acentúa en Estados Unidos, donde la audiencia percibe una inclinación polarizada en la información.

Los medios enfrentan un dilema: continuar desde su perspectiva, sacrificando audiencia, o unirse a la tendencia de producir desinformación y fake news. Aquellos que confían en los medios valoran la verificación de datos y fuentes como criterios clave para otorgar credibilidad a los periodistas. Sin embargo, las redes sociales, consideradas las fuentes menos confiables, se centran en la viralidad y el mercado, descuidando la veracidad y tono de la información que difunden.

En este contexto, la lucha contra las fake news requiere esfuerzos tanto de los medios como de la audiencia para promover la veracidad y la responsabilidad en la información que circula en el ciberespacio.

Bibliografía

  • González, Alicia. Framing Trump (Fake News Awards). Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales. Mesa 8: Framing Visual. VIII Congreso Polarización Discursiva, Fake News y Social Media. Puebla, México. Octubre, 2020. https://www.alice-comunicacionpolitica.com/congresos/viii-congreso-alice/mesas-viii-congreso/

Cómo citar este artículo: González, A. (2024). Fake News y la Desinformación: Reto Contemporáneo de la Información. https://aliciaglz.com/

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