La memoria, comúnmente conceptualizada como una capacidad individual en las ciencias cognitivas y biológicas, ha sido abordada de manera diferente en las ciencias sociales, donde se ha interpretado principalmente como un fenómeno colectivo.
La memoria colectiva se ha aplicado en diversos contextos, desde explicaciones del nacionalismo en la historia y la ciencia política hasta interpretaciones de la ritualización y conmemoración en la antropología y la sociología. Estas referencias a la memoria colectiva comparten la idea de que la memoria “va más allá del individuo”, pero a menudo fusionan reclamos bastante diferentes al desarrollar esa idea.
Wilson (2005) propone que la idea de que los grupos pueden tener mentes de manera similar a como los individuos tienen mentes tiene sus orígenes en dos tradiciones distintas: lo que el autor ha llamado la tradición de la psicología colectiva y la tradición del superorganismo.
Desde esta propuesta, se pueden distinguir dos corrientes de pensamiento en la tradición de la psicología colectiva. La primera, ejemplificada por “La Multitud” de Le Bon, adopta una visión predominantemente negativa de la psicología colectiva, la psicología de la multitud. La psicología de una multitud se caracterizaba en contraposición a la del individuo. Mientras que la psicología individual era racional, consciente y controlada, la de la multitud era emocional, inconsciente y potencialmente incontrolable. Las multitudes tenían una psicología, pero era la psicología de un tipo inferior y destructivo, descrita dentro de la tradición como femenina (en lugar de masculina) y primitiva (en lugar de civilizada).
La segunda corriente de la tradición de la psicología colectiva era más optimista sobre los grupos de personas y la psicología asociada con ellos, surgiendo en parte como una respuesta a la visión pesimista recién esbozada. En esta corriente, los grupos de personas son los agentes cuyas acciones son responsables de varios logros culturales. Aquellos que conceptualizan la psicología del grupo en estos términos incluyen a Wilhelm Wundt en su trabajo sobre la Vo¨ lkerpsychologie (Wundt 1916), Emile Durkheim en su visión de las representaciones colectivas como la base para una sociología distintiva de la psicología individual (Durkheim 1953) y William McDougall al delinear la psicología social desde la psicología y la sociología (McDougall 1920). En lugar de postular una psicología que sea una inversión de las excelencias de la psicología del individuo, aquí la mente grupal está detrás de logros que solo pueden ser alcanzados por grupos de personas que funcionan al unísono.
La Propuesta de Wilson (2005) sobre Memoria Colectiva
Wilson (2005), presenta las tesis de la manifestación social y de la mente extendida como una forma de entender las mentes colectivas que se sitúa entre la visión tradicional individualista de la mente y el respaldo de la cognición distintivamente a nivel de grupo. Esta perspectiva encuentra respaldo en muestras de trabajos contemporáneos sobre memoria colectiva resumidos desde las ciencias sociales. En la medida en que arroja luz sobre cómo esos investigadores conceptualizan (o deberían conceptualizar) sus apelaciones a la memoria colectiva, justifica su existencia.
Wilson concluye planteando y respondiendo a una pregunta diferente sobre la memoria colectiva. Desde el principio, destaca la prevalencia de metáforas cognitivas en las ciencias biológicas y sociales. La pregunta que aborda es por qué tales metáforas son tan comunes, tanto en el sentido común como en el discurso académico, y en particular, por qué el hablar de la memoria de grupos de diversas índoles (familias, generaciones, clases, razas y grupos étnicos, naciones) es tan frecuente.
La respuesta breve a esta pregunta es que las metáforas cognitivas cristalizan la agencia. Sin embargo, esto simplemente responde a una pregunta sobre una metáfora al invocar otra, y se puede hacer un análisis más profundo. La idea es que, dado que los seres humanos con mentes son paradigmas de agentes, podemos hacer la agencia de entidades no humanas más perspicaz atribuyéndoles capacidades cognitivas. Adoptar la metáfora cognitiva en relación con los grupos asimila esos grupos a nuestros agentes paradigmáticos, los seres humanos, y nos permite ver más fácilmente que son agentes por derecho propio y verlos en consecuencia. En resumen, la metáfora cognitiva hace más vívidas las afirmaciones competitivas que hacen los grupos, las formas en que los grupos pueden ser causal y moralmente responsables de ciertas acciones y las justificaciones dadas para tratar a los grupos de ciertas maneras.
Conclusiones de Wilson (2005) sobre Agencia Cognitiva
En sus conclusiones, Wilson (2005) distingue entre una noción mínima de agencia, a la que denomina agencia funcional, y una noción más rica de agencia, la agencia cognitiva, que añade a esa noción mínima capacidades cognitivas. Algo tiene agencia funcional, o es un agente simplemente, si es una entidad físicamente delimitada que tiene control interno y autonomía externa. En pocas palabras, un agente es algo que puede controlar lo que yace dentro de sus límites físicos y que tiene autonomía respecto a lo que yace más allá de esos límites. Como la caracterización de esta visión de la agencia como mínima podría sugerir, muchas clases de cosas son agentes: por ejemplo, hay agentes físicos (desde moléculas hasta planetas), agentes biológicos (desde genes hasta organismos) y agentes artificiales (desde herramientas hasta computadoras).
La tesis de la cristalización sostiene que al atribuir agencia cognitiva a cosas que simplemente tienen agencia funcional, magnificamos o intensificamos nuestra percepción de lo que esos agentes pueden hacer, resolviendo las indeterminaciones y falta de claridad que impregnan nuestra comprensión de la agencia funcional.
Lo mismo sucede, sugiere Wilson, con los grupos. A menudo hablamos naturalmente de grupos de personas como si tuvieran intenciones, creencias, metas y recuerdos. La afirmación de Wilson es que tal discurso agrega inteligibilidad a las acciones de esos grupos y un mayor sentido de su lugar en el nexo causal y normativo, mediante su asimilación a agentes humanos. Sin la atribución de agencia cognitiva, la agencia de los grupos puede parecer desconcertante, poco clara e incluso misteriosa. La agencia cognitiva elimina este desconcierto, falta de claridad y misterio. No obstante, Wilson destaca que la apelación a la agencia cognitiva a nivel de grupo, como por ejemplo en la “memoria colectiva”, puede crear sus propios enigmas y misterios. Ya sea que las tesis de la manifestación social y de la mente extendida proporcionen o no la base para proyectos constructivos en humanidades y ciencias sociales que apelen a la memoria colectiva, al menos deberían aliviar gran parte de la perplejidad asociada con estos enigmas y misterios.
Bibliografía
- Wilson, Robert. 2005. Collective memory, group minds, and the extended mind thesis. Cogn Process 6, 227–236 (2005). https://doi.org/10.1007/s10339-005-0012-z
Cómo citar este artículo: González, A. (2024). Memoria Colectiva y la Tesis de la Mente Extendida. https://aliciaglz.com/
+ There are no comments
Add yours